jueves, marzo 03, 2005

Espiral catalán

Esto de la textura por dónde se le vea, es siempre un placer que enaltece la humana condición de sentir. Y es que entonces los sentidos toman relevancia a niveles meta físicos al comprender que al final somos sólo, todo aquello que nuestros deseos quieren. Recorrer estas calles tan llenas de significados y relieves, me transporta a un mundo en el que vivir cotidianamente es un lujo al alcance de todos. Bueno sobretodo, de los catalanes, ya que Barcelona es la ciudad más bonita y a la vez profunda, que haya podido conocer a la fecha. con tan sólo voltear la mirada a cualquier punto, un caleidoscopio de sensaciones llegan en un vértigo que emborracha, llenando la conciencia cual garrafa de rebosante vino tarragones. A que bellas fachadas e insuperables paseos, en los que una esquina se hace en ciento ochenta grados y una rotonda es un sitio amable que contemplar con toda seguridad. Jardínes llenos de fuentes rebosantes de palomas; aceras tatuadas que retan la imaginación de quien las camina, y sobre todo, la presencia, la omnipotente prescencia de Gaudí: naturaleza que se hace del concreto y el acero, el vidrio y la madera fina, encada balcón o ventanal la maravilla que la creación prodiga sin pensar, abstracción del sentido real para la existencia, contemplación muda y permanente, infinita como la espiral del caracol, infinita caminata para recordar siempre.